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lunes, 3 de octubre de 2005
Capítulo Sexcentésimo decimonoveno: "El idealismo aumenta en proporción directa de la distancia que nos separa del problema". (John Galsworthy, 1867-1933, escritor inglés)
El actual sistema de trabajo que impera en muchas empresas está provocando enfermedades que, aunque no están en la lista de "profesionales" (en España no se cambia desde mediados de los setenta), están muy relacionadas con el trabajo y el estrés que éste provoca.
El problema tiene su truco. Según la legislación vigente, la base reguladora del subsidio por una baja de contingencia profesional (por accidente o por una enfermedad de la lista oficial) es superior, se paga desde el primer día, no tiene periodo de carencia (no es necesario cotizar a la Seguridad Social un mínimo de ciento ochenta días) y en caso de incapacidad o invalidez permanente la indemnización es mayor.
Y claro así no hay manera de conseguir que valoren como se merece -baja con la correspondiente indemnización incluida- el dolor que me está causando el padrastro que me ha salido en el dedo gordo de la mano izquierda.
Luego cuando pase algo grave cambiaran deprisa y corriendo la ley. No aprenden nunca, y mira que hay casos "sangrantes" que demuestran que hasta el más mínimo "accidente" laboral tomado a la ligera, puede acabar en tragedia.
Hace ya unos cuantos siglos, allá por el mil seiscientos y algo, al no haberse inventado aún la batuta se dirigía a las orquestas golpeando el suelo con un bastón.
El violinista italo-francés Jean Baptiste de Lully compositor de cámara de Luis XIV, mientras dirigía la orquesta de palacio en la interpretación de un "Te Deum", se hirió en un pie al marcar el compás golpeando con el suelo un bastón.
Los médicos no le dieron importancia a la herida, él (ingenuo) confió en ellos y murió de gangrena a los pocos días.
A ver quien me asegura que mi padrastro, sea por el eclipse, sea por ser lunes, o por una conjunción de ambos factores, no evoluciona igual.
Sobre su conciencia queda.
... ínfulas
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