copia de seguridad
lunes, 9 de junio de 2008
Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo noveno: "El hombre cuya opinión nunca varía es semejante al agua estancada, y engendra reptiles en su mente" (William Blake, 1757-1827; pintor inglés)
Ya tengo trabajo para esta mañana del lunes. Muy respetuosamente pienso escribir una carta a mis superiores en la que, acogiéndome a la libertad religiosa que me otorga la ley, pasaré a comunicarles mis nuevas condiciones laborales que tendrán que cambiar sustancialmente después del paso de mi anterior situación, la de agnóstico convencido, a la actual como ferviente seguidor de los monjes hesicastas y de sus sabias, cultas e inteligentes enseñanzas.
Estos monjes, originarios de la antigua Grecia, practican la onfaloscopia. Sus reglas que yo tendré que cumplir desde ahora, no pueden ser más sencillas. Su único precepto impone cumplir con una técnica de oración, (a realizar sólo cuando uno la necesite), consistente en la contemplación del propio ombligo y la repetición de un nombre –el que uno a bien elija- al ritmo de la propia respiración.
Una vez satisfecho tal estado contemplativo, de tiempo variable según las necesidades que tenga cada uno, el resto del día es de libre disposición, a cargo por supuesto del Estado, que para eso tiene el deber de subvencionar organizaciones religiosas sean del tipo que sea. Y si encima resulta ser la verdadera pues con más motivo.
Lo dicho. Si, como es el caso de esta mañana, tengo un ataque místico onfalóscopico de no te menees y necesito meditar en mi misma soledad para encontrarme a mí mismo sólo van a tener que respetar mi libertad de culto sino, además, favorecerlo en todo lo que esté a su alcance proporcionándome las adecuadas condiciones. Por cierto, voy a ver si me dejan una almohada, que echar una cabezadita en una mesa de madera -por muy pulida que esté- acaba cortándoles los chakras a cualquiera. Así no hay manera de cumplir unos mínimos prefectos onfaloscópicos.
... secado rápido
Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"
Archivo
-
►
2011
(111)
- ► septiembre (3)
-
►
2010
(204)
- ► septiembre (22)
-
►
2009
(208)
- ► septiembre (22)
-
▼
2008
(221)
- ► septiembre (21)
-
▼
junio
(18)
- Capítulo Milésimo ducentésimo undécimo: "He descub...
- Capítulo Milésimo ducentésimo décimo: "El niño gr...
- Capítulo Milésimo ducentésimo noveno: "Aquellos q...
- Capítulo Milésimo ducentésimo octavo: "Mi horósco...
- Capítulo Milésimo ducentésimo séptimo: “Lo mejor ...
- Capítulo Milésimo ducentésimo sexto: "Las leyes so...
- Capítulo Milésimo ducentésimo quinto: “Yo sufría ...
- Capítulo Milésimo ducentésimo cuarto: "El trabajo...
- Capítulo Milésimo ducentésimo tercero: "La sinceri...
- Capítulo Milésimo ducentésimo segundo: “Burro que ...
- Capítulo Milésimo ducentésimo primero: "Los dioses...
- Capítulo Milésimo ducentésimo: “¿Crees que Dios s...
- Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo noveno: "E...
- Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo octavo: "El...
- Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo séptimo: “...
- Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo sexto: "¿Pu...
- Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo quinto: "Co...
- Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo cuarto: "E...
-
►
2007
(211)
- ► septiembre (20)
-
►
2006
(216)
- ► septiembre (20)
-
►
2005
(236)
- ► septiembre (21)